Una buena imagen depende de una calidad fotográfica óptima. La resolución y tamaño de la imagen deben ser lo suficientemente grandes para permitir su reutilización en cualquier contexto.
Las imágenes suelen almacenarse en RGB a 8 bits y sin comprimir; su tamaño se expresara en MB (megabytes) este número es proporcional al número de píxeles que contiene la imagen. Por ejemplo: una imagen RBG que permite imprimirse en tamaño A4, con la lineatura de trama más alta posible, pesara alrededor de 36 MB y el doble si imprimimos en formato A3. Rara vez se trabaja con imágenes digitales de más de 150 MB.
A la hora de trabajar con imágenes digitales son muy útiles los archivos PDF. Nos permiten recepcionar y visualizar la imagen sin necesidad de tener instalado programas especiales como Photoshop o Illustrator.
Las imágenes digitales suelen ser imperfectas, analicemos con atención los errores más comunes para evitar sorpresas a la hora de imprimir.
- una resolución demasiado baja, - que la imagen esté ya en modo CMYK, - grandes desigualdades entre las imágenes, - puntos blanco y negro incorrectos, - escasa saturación, - decoloración, desenfoque o enfoque excesivo, - colores poco naturales,
- daños causados por compresión JPG o interpolación, - matices que faltan o ruido en la imagen.